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sábado, 16 de septiembre de 2017

Juego de Tronos españoles



Se puede ser monárquico tanto como antimonárquico, razones para tomar una u otra decisión no van a faltar.
Da la sensación de que la gente confunde ser rey/reina con ser rico y privilegiado, y eso, en un país como este, levanta más de una animadversión. Y si no nos olvidamos de los que se quieren repartir el pastel de gobernar, se abre la veda de la corona.
No se entra a valorar objetivamente el papel que los Reyes están desempeñando. El Rey porque heredar el trono es malo, la Reina porque ser una plebeya venida a más es malo. Todo es malo. Lo importante es que la Reina se haya operado la nariz, no que cuando da una conferencia en inglés representando a España dé gloria bendita; que es divorciada o tiene un primo tal, no que dé ejemplo de una cultura exquisita y de ser una ávida lectora; que en ocasiones se salte los protocolos, no que es una madre entregada que vela personalmente por la educación o alimentación de sus niñas y, cuando ella no puede atenderlas, prefiere dejarlas con su propia madre que con amas de cría como se suele hacer en estos casos. Hasta cuando Felipe VI, siendo aún Príncipe de Asturias, fue abanderado en los Juegos Olímpicos fue motivo de crítica.
¿Por qué en este país cuando tenemos algo no nos quedamos con lo bueno que ofrece? Me siento orgullosa de que Penélope Cruz ganara el Óscar y lo dedicara a los españoles, me siento orgullosa de que Javier Fernández sea campeón del mundo de patinaje, me siento orgullosa de que Bernardo de Gálvez tenga retrato en el Capitolio, me siento orgullosa de que Rafa Nadal lo pete, me siento orgullosa del mediohombre (que a pique de ponerle Blas de Lezo a un buque inglés estuvimos con la guasa), me siento orgullosa de nuestros 8 Premios Nobel (Echegaray, Ramón y Cajal, Benavente, tocayo Jiménez, Ochoa, Aleixandre, Cela y Llosa ¿se me escapa alguno?), de los Gasol por darle caña al baloncesto en EE.UU., de Ferrán Adriá por llevar a lo máximo la gastronomía española, me siento orgullosa de que Pertegaz no se fuera con Dior… Necesidad de que algo nos una de verdad, y no sea, lamentablemente, la muerte de alguien.
Y en cuanto a los defectos que tenemos, y las diferencias, a ver si buscamos soluciones, alternativas o empeños de mejora en vez de tirarnos los trastos a la cabeza, de arreglarlo todo con la fractura porque la diferencia hace mejores a unos que a otros y mejor evitar la convivencia, o quitarnos a los reyes de encima porque pensamos que a lo mejor, así, baja el paro.